
"En Polonia, la censura pasó por sus propias fases de deshielo y congelación, algunas siguiendo el ejemplo de la Unión Soviética, otras en respuesta a acontecimientos sucedidos en la propia Polonia. Durante la década de 1970 el control fue especialmente rígido, y los censores realizaron unas diez mil intervenciones. La medida en que se controlaba desde arriba no solo la vida cultural, sino también el flujo cotidiano de información, salió a la luz en 1977, cuando uno de los empleados del aparato sacó clandestinamente del país una colección de directivas ministeriales. De aquellos documentos -que tiempo después se publicaron formando lo que se llamó el Libro Negro- se desprendía que las figuras culturales a las que el régimen no tenía en buen concepto eran tratadas según unas normas rigurosamente definidas. En los casos más extremos -como el del filósofo Leszek Kolakowski- no se permitía ninguna mención del nombre del infractor, ni ningún comentario favorable a su obra. En una segunda categoría (en la cual figuraban Czeslaw Milosz y Alexandr Wat) no se podía hacer mención a ellos sin la aprobación previa y específica del ministerio; en los medios de comunicación populares (radio, televisión, prensa) la prohibición tenía que ser total. Una tercera categoría, más benévola, limitaba la mención a las publicaciones académicas. En 1976, Zbigniew Herbert, junto con otros treinta y seis intelectuales que habían protestado contra ciertas enmiendas a la Constitución, fue incluido en la lista negra: su nombre no debía mencionarse sin la aprobación de la autoridad." p. 182.
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